miércoles, 23 de julio de 2014

De paseo - Brazzeiro, rodizio do Brasil!!!!


Antes de empezar mi comentario sobre Brazzeiro, debo empezar alardeando de mis “amplios” conocimientos en restaurantes tipo “Churrascaria” -al estilo brasilero-, y es que,  gracias a mi trabajo, me di el lujo de asistir a varias en São Paulo, Brasil. De hecho, estuve en dos de las mejores de esa gran ciudad: Ok Grill y South’s Place, ambas espectaculares, abundantes y costosas… Pero eso fue hace muuucho tiempo, por allá en el año 2008, y se convirtieron en lugares soñados a los que me gustaría regresar. Y por supuesto, convertí a estos dos restaurantes en el “el modelo a seguir” cuando de churrascarias se trata.

No sobra aclarar que el termino “rodizio” se refiere al servicio, no a la comida que sirven; esto significa que pueden existir rodizios de carne, de sushi, de postres e incluso de pizza…

El viernes pasado buscamos en Internet todas las churrascarias de Cali, y nos decidimos por Brazzeiro, no solo por la presentación de su web, sino porque el precio ($29.500) nos pareció adecuado. Llamamos para confirmar y nos dieron una explicación muy detallada del asunto. Sin embargo, decidimos ir el sábado a mediodía. Esto es una cuestión de estrategia militar. No recomiendo ir a churrascaria en la noche, porque la idea de estos lugares es comer bastante… y si te llenas de carne en la noche, la digestión no será la adecuada. Créanme, he tenido los triglicéridos en 614 y en una ocasión no se pudo leer mi colesterol debido a la “turbidez de la muestra”, así que ahora me cuido. Mucho.

Este es el flyer con el que
nos capturaron. 
El sábado desayunamos poco y a mediodía parecíamos leones enjaulados. Nos fuimos a Unicentro bajo un calor abrazador y llegamos a eso de la una de la tarde. El local queda en el sector del “Oasis” –donde está la fuente gigante esa…- y nos recibió un cazador de clientes muy amable. Elegimos una de las mesas del interior, con sillones en lugar de sillas y en un sector que nos pareció bastante fresco. Una de las meseras nos dio una breve explicación que resumo en estas palabras:
El servicio cuesta $29.500, con acceso ilimitado al buffet y con consumo ilimitado de los cortes de carne, que son catorce en total; las bebidas y postres se cobran aparte.
Sencillo, ¿no? Y así debe ser, porque la idea del rodizio es que pagas un cargo fijo y comes todo lo que se te venga en gana, de hecho, podrías comer hasta morir.

Lo primero que hicieron fue ponernos una manilla de identificación… no sea que algún facineroso se cuele en el buffet… Lo siguiente fue tomarnos el pedido, aclarar lo de las bebidas y a continuación nos entregaron un par de platos para ir al buffet.

Esta es mi manilla, que ahora conservo como trofeo... 

El buffet es… peculiar. Hay ensaladas, pasta, croquetas de yuca, papas criollas… unas bolas de pollo que no me gustaron, y realmente poco más. Debería decir que me gustaría que el buffet fuera más “amplio”, pero eso sería una tontería. Recuerdo muy bien el buffet de South’s Place, en Brasil, lleno de cosas maravillosas: langostinos del tamaño de conejos, ostras, calamares, embutidos, aceitunas de todos los colores posibles, salsas… era el cielo de un glotón, pero ahí es donde está el error: en el buffet. Si te llenas un plato gigante de cosas ricas, la carne no va a tener espacio en tu estomago. Esa es la estrategia del restaurante. Así que tenemos que usar nuestra propia estrategia: poco buffet, limitándolo a verduras digestivas. Recomiendo unos champiñones, unas zanahorias y unas habichuelas. Si encuentran rugula, no duden en llevarla. El resto de cosas… olvídenlas. No se llenen de harina… bueno, lleven unas croquetas de yuca, si no aguantan, pero esas bolas de pollo déjenlas, son fatales.

Con eso estamos preparados. La mesera “de amarillo” nos trajo las bebidas: una limonada de $3.800 y una cerveza Club Colombia de $3.900. Y la siguió Uno de los meseros “con pincho” a traernos el primer corte, un morrillo bien asado. Ahí tuvimos que aclarar que la carne nos gusta termino medio –bien sangroncita, habría dicho mi padre-, y eso de inmediato nos conectó con el mesero, pues hemos notado que ellos valoran mucho a los clientes que piden la carne como Dios manda, jugosa, nada de “bien asada”, porque eso equivale a comerse una chancla. En esas condiciones, el mesero nos dejó en segundo lugar, para dejarles los cortes más quemados a otros y servirnos los jugosos a nosotros. Así empezó la orgia, con recorridos regulares de los siguientes cortes:

1. Morrillo
2. Punta de anca
3. Lomito fino
4. Bondiola de cerdo
5. Bola negra
6. Caderita
7. Corazoncitos de pollo
8. Medallones de pollo con tocineta
9. Pollo a las finas hierbas
10. Otro morrillo que no nos explicaron
11. Costilla de cerdo en salsa BBQ
12. Lomo de cerdo
13. Ubre
14. No lo conocimos… a no ser que sea la piña…

Yo repetí muchos de los cortes, que estaban siempre disponibles, calentitos y con una presentación fabulosa. Recuerdo con muchísimo cariño la costilla, la punta de anca y la caderita. La ubre fue el único corte que tardaron en traernos, pero eso es comprensible, pues no es el más apetecido. Sin embargo valió la pena, blandita, con un fuerte sabor a queso. Por favor, si no la han probado, háganlo en este restaurante, se acordarán de mí. Cuando ya estas agotado, cuando el organismo enciende las alarmas y te dice: “Por favor, no más”, entonces es el momento de pedir la piña, que simboliza el final de la orgia de carne. Se trata de una piña que asan a la braza, cubierta de una mezcla de canela y azúcar morena. La sirven tibia, pero por alguna inexplicable razón, es refrescante a morir.

Ya me extendí más de la cuenta… siempre lo hago… Pero centrémonos en analizar el restaurante.
La ubicación: excelente, es Unicentro, en la zona nueva, con la fuente gigante. No hay fallas aquí.
El restaurante: espacioso, bien decorado, con una parrilla muy elegante. Cómodo.
La atención: Súper. Los meseros son atentos, las chicas de amarillo sirven las bebidas y están atentas de los platos. El del pincho te explica todo sobre el corte… incluso nos dio la receta de la piña para hacerla en casa -que voy a explicar a continuación-. Y a la hora de pagar, es rápido, con datafono y con encuesta. En definitiva: me encantó la atención.
El precio: me parece que $29.500 para comer lo que se te venga en gana es más que suficiente. Incluso, con clientes como yo, que parecemos animales, me pregunto como es que esto puede ser buen negocio… Las bebidas no son tan costosas, al menos no para cortarse las venas. En resumen: buenos precios.
El Buffet: Mmm… me pareció simplón, pero no lo cambiaría; la idea es ir por carne. No me imagino a un vegetariano entrando aquí…
La presentación de los platos: aquí debo aclarar que no soy muy objetivo, cualquier corte de carne me enamora. Pero poniéndole atención al asunto, la presentación es excelente, abundante y los asados son perfectos, de buen color y con carne de excelente calidad.
El sabor: de los trece cortes de carne que probamos –sigo con la duda del catorce-, solo excluiría dos: el morrillo, que me pareció algo insípido, y el pollo a las finas hierbas, al que no le encontré chiste. El resto son sublimes, deliciosos, bien asados… ¡Y la ubre! ¡Por favor, pruébenla!
Bien, eso es todo… perdón por lo largo de mi “análisis”, pero aun estoy emocionado. Mi opinión general es que es RECOMENDABLE 100%.

Y para terminar: la receta de la piña asada en casa. Según el mesero, lo mejor es hacerla a asada: se pela la piña, se cubre con una mezcla de azúcar morena y canela en polvo, y se pone alejada de las brasas. Se saca y se deja enfriar un poco. Se sirven las rebanadas que salgan cubiertas con la mezcla, lo que queda se vuelve a cubrir y regresa al asador.
Pero también se puede hacer al horno, pero con un método distinto. Lo primero es sacar las rebanadas, se cubren con la misma mezcla, se llevan a una refractaria, y se cubren con un poco de crema de leche.


Eso es todo, seguiremos a la cacería de churrascarias… 

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