Uno de los rituales de mi esposa y yo, es que los viernes cocinamos juntos y nos bebemos una botella de vino. La idea es despedir la semana en grande, agradeciendo cada momento y cada instante.
Es una costumbre sana que le recomiendo a todos mis amigos, pues no solo te relaja, sino que ademas refuerza los vínculos... Pero vamos al grano: cada viernes pondré la receta o el montaje que hicimos la semana pasada, porque el fin de semana es de cero tecnología para mí.
En este caso se trata de una receta anecdótica, fruto de un regalo de mi hermano. De hecho, el regalo más raro que me ha hecho: un bellísimo huevo de avestruz.
Como me encanta cocinar, y más si es con ingredientes poco comunes, no esperé nada para intentar alguna cosa con este enorme huevo, pero la pregunta obligada era: ¿Que rayos preparo con semejante cosa? La recomendación inicial fue huevos revueltos... pero me parecía una blasfemia culinaria, así que preferí confeccionar una especie de pastel, a base de carne molida.
La receta es simple:
-500 gramos de carne molida
-Una cebolla cabezona cortada en brunoise
-Dos tomates cortados en concasse
-Dos dientes de ajo picados bien fino
-Algo de tomillo
-Algo de orégano
-Un chorrito de vino blanco
-Jamón picado
-Aceitunas picadas
-Queso rallado
Lo primero es tener el relleno, más tarde seguiremos con el huevo. Para el relleno la preparación es la siguiente:
Picar la cebolla y el ajo, ponerlos a sofreír en aceite de oliva. Cuando se vean transparentes, añadimos carne, el vino blanco, el tomate y por ultimo el tomillo y el orégano. Cuando esté bien rojo y burbujeante, se añaden las aceitunas y el jamón. Ponemos este relleno en una refractaria y lo dejamos reposar.
Ahora seguimos con el huevo. Obviamente hay que abrirlo, pero recomiendo precaución, pues esta cosa parece liviana y delicada, pero no es ni lo uno ni lo otro: pesa bastante y la cascara es durísima. ¿Solución? Una sierra, paciencia y algo de sudor. Tardé unos buenos diez minutos en esta tarea, porque estaba cuidando la cascara para convertirla en un trofeo culinario.
Una vez tengamos el huevote abierto, lo vertemos a mansalva sobre el relleno de la refractaria.Quise revolverlo, y tal vez debí hacerlo, pero me moría de ganas de ver toda la albumina cuajada y lo eché de una. Los que intenten esta receta mejor deberían revolverlo un poco...
Añadimos sal, pimienta y le echamos la bendición. Aquí es buena idea ponerle un poco de queso para gratinar. Lo ponemos en horno precalentado a 180 grados centígrados y esperamos a que cuaje.
He aquí el resultado: queda bien cocido, gratinado y con muchísimo sabor.
Y aquí pueden ver la yema con el queso, la albumina un poco más abajo, pero despegada del suculento relleno. La receta es buena, pero la próxima vez revuelvo ese huevote para que todo el relleno se mezcle mejor y quede mas "pasteludo".
Lo servimos caliente y lo acompañamos con cerveza negra bien fría. Adiós semana!!!
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