Empaques de huevos sirvieron para hacer completísimas naves
espaciales, con capacidad para 12 tripulantes. Empaques de todo tipo contenían
alimentos, accesorios y armamento.
Qué época maravillosa.
Ahora tengo 43 almanaques encima, todavía tengo G.I Joes,
figuras de Star Wars, figuras promocionales, colecciono figuras de acción y mis
Hot Wheels. Pero las cosas son diferentes: ya no juego, solo colecciono, y mis aficiones
se han ido volviendo más complejas a medida que pasan los años. Alguna vez hice
modelismo estático, aeromodelismo, automodelismo. Todos me frustraron. Hice
carpintería, cocina; en fin, todo aquello que pudiera hacer con mis manos y
algunas herramientas.
Creo que mi hobby principal ha sido el papercraft. Me
enamoré de este arte desde niño, y hoy por hoy es mi ruta de escape cuando no
hay más en qué entretenerse. Fue gracias al papercraft que logré superar la
pandemia de 2020 sin volverme loco…
En fin. He hecho de todo. Y sigo evolucionando. ¿Quién no? Y
la evolución lógica era la impresión 3D. Creo que todos los makers terminarán
en esto algún día. En mi caso fue 2020 el año en que me atreví. Una mejor
posición económica y un análisis concienzudo del mundillo me dieron luz verde
para ingresar en este universo.
Quienes hayan leído mi novela “La esfera del coloso”,
notarán que la tecnología más exótica que promuevo es la de los replicadores,
que en realidad eran unas impresoras de moléculas con las que los radhianos
elaboraban desde alimentos hasta materiales complejos. Básicamente usaban átomos
para replicar cualquier cosa imaginable.
Con eso quiero demostrar que la impresión 3D es algo que
espero desde hace mucho. Desde niño, de hecho. Vi las primeras impresoras 3D en
el sitio web de “Instructables”, y las seguí de cerca en “Make magazine”.
Incluso, en 2010, casi me atrevo a adquirir un kit de esos de madera, que tanta
frustración dieron a muchos. Menos mal me contuve.
Y en 2020, gracias a la cuarentena, pude dedicar cientos de
horas a investigar cómo iba la cosa. Y claro que ha evolucionado, por supuesto
que sí, tanto en tecnología como en precio. Hoy por hoy cualquiera puede
ahorrar un poco para meterse en una máquina de estas.
Estudié mucho, vi los reviews en Youtube, me metí en grupos
de Facebook, consulté aquí y allá, analicé las comparativas… Todo para tomar
una decisión que me llevara a tener éxito a la primera.
Nada más lejos de la realidad.
Obviamente el criterio principal era el presupuesto: la
máquina debía rondar los 400 dólares, con una tolerancia de 50 por si aparecía
una ganga. La marca elegida fue Creality: china, barata, dudosa… pero con
suministros y repuestos asegurados, además de una enorme comunidad en torno a
ella. Es imposible andar en esto de la impresión 3D y no conocer esa marca.
Unos la aman, otros la odian… como todo en la vida.
El modelo a adquirir inicialmente fue la Creality Ender 3 Versión 2.
Era la elección lógica. Pero fue una casualidad la que me puso en las manos una
Ender 5 PRO. Básicamente son lo mismo, pero la 5 Pro tiene un poco más de
volumen y una estructura más sólida. No le haré review: de eso hay mucho en YouTube,
pero sí puedo decir que la estructura tipo XYCore (como un cubo) hace que la
máquina sea mucho más estable, lo que a la larga redunda en mejor calidad del
producto. Llega en un empaque muy bueno, con todos los manuales, accesorios,
herramientas y parcialmente armada, así que solo hay que seguir unas pocas
instrucciones para tenerla a punto. En mi caso, en hora y media la tenía lista
para el vuelo de pruebas: un “benchy”, modelo típico que sirve como
demostración de las capacidades de tu máquina.
Este es mi Benchy, mi primera impresión 3D. Es alucinante ver el proceso.
Llevo ya más de cuatro meses con la impresora, y sigo en proceso de aprendizaje. La curva es empinada, porque el asunto no es solo encender y esperar que el producto salga listo. Hay varias cosas que no suelen ser tenidas en cuenta, y que pueden llevar al fracaso por frustración. Trataré de enumerarlas:
- Las impresiones son lentas. Muy lentas. Van desde varios minutos cuando se trata de modelos pequeños (minúsculos…), hasta horas… o días en los modelos más complejos. Dije DÍAS, ojo con eso. Días. D-I-A-S.
- Una cosa es la impresora. Hay que elegir una robusta, con buena electrónica, buenos motores, pocas partes móviles y que sea reconocida en el mercado. Pero otro cuento es el “slicer” o laminador, con el que procesas digitalmente los modelos que vas a materializar con la impresora. Hay una enorme variedad, cada uno con puntos fuertes y debilidades que implican estudio y análisis. No esperes que la cosa sea sencilla. Esto no es imprimir cartas de Word u hojas de Excel. Así que con la impresora encendida, necesitas abrir el slicer para procesar el modelo. En mi caso uso una combinación de Creality Slicer, el software que viene con la máquina, y CURA, el que usa todo el mundo y del que más información hay en internet.
- El modelo. Sí, el modelo… ese que puede tardar días en imprimirse. ¿De dónde sale? Claro, una cosa es escribir una carta y mandarla a la impresora, eso lo hace todo el mundo. ¿Pero el modelo tridimensional? Un enorme porcentaje de los animados a comprar impresoras 3D por lo general no somos diseñadores, y eso nos pone en desventaja. Entonces, ¿qué imprimir? Por fortuna, así como somos muchos los que desconocemos el diseño 3D, hay miles que sí lo conocen, y por si fuera poco están dispuestos a compartir su conocimiento. ¡Y gratis! Obviamente hay cientos de sitios donde se pueden descargar los modelos, generalmente en archivos de estereolitografía con extensión STL (nombre_archivo.stl), que son los que reconocen los laminadores. Una vez abres el modelo en el laminador, verás cómo se materializa maravillosamente… Solo que todavía no está listo para imprimir.
- Viene lo bueno: ajustar ese archivo STL para que se imprima bien. BIEN. Aquí es donde viene la parte complicada, y la que nunca te dicen: esto no es simple. Toca ajustar montones de parámetros, altura de capa, velocidad, temperatura, que la cama, que el extrusor, que el nozzle… que la retracción, que los soportes… Pon mal los soportes -u omítelos- y habrás perdido un montón de filamento. Ósea que toca estudiar, aprender mucho sobre configuraciones. No se imprime igual el Benchy que un Baby yoda (Grogu, se llama Grogu…).
- Hasta aquí ya vamos sudando. Ahora viene el material. El famoso filamento. O la resina. En mi caso la impresora es de deposición, ósea que el consumible para elaborar los modelos es en forma de un filamento. ¿Qué material es este? PLA, PETG, ABS, flexibles… hay centenares. Y cada uno requiere unos parámetros específicos para ser impreso. De nuevo, hay que aprender. En mi caso particular basta con el PLA, que en términos más técnicos se llama “Ácido poli-láctico”, un polímero biodegradable cuya base principal es el maíz. Para reviews y opiniones sobre filamentos recomiendo los centenares de análisis de YouTube.
Listo. Con impresora encendida, calibrada; con modelo laminado correctamente y convertido en gcode en la SD, puedes darle “imprimir”.
Este modelo denuestra las capacidades del asunto. Se trata de un filamento "premium" que da un acabado tipo seda. El efecto degradé se obtiene porque el filamento no es de un color plano, sino que varía en tramos. El resultado es espectacular, un modelo que podría quedarse tal y como sale de la impresora.
Diría yo que es momento de rezar, pero con una buena máquina, la calibración correcta y un buen filamento, podrías irte a vivir tu vida en otro lado y dejar que el modelo se imprima. Es probable que horas después pases y encuentres a la máquina en modo reposo y el modelo listo para ser arrancado de la cama de impresión.
Sin embargo, hay montones de variables que pueden afectar el
resultado final:
-Temperatura del cuarto.
-Alteraciones debidas a la composición del filamento.
-Filamento húmedo.
-Filamento de baja calidad.
-Alineación planetaria.
-Tu casa está construida sobre un cementerio indio.
-Alguna falla física en la impresora.
-Falló algo en cuanto a elección de temperaturas.
-Falló la adhesión del modelo a la cama… se desprendió e
hizo un desastre…
Son mil cosas las que pueden salir mal. También son mil
cosas las que pueden salir bien. De nuevo insisto: estudiar el asunto es
importante. Hay que leer y aprender.
De nuevo insisto: no es encender la máquina y esperar
resultados inmediatos.
En el caso de este blog, la idea no es enseñar nada: a eso
se dedican miles de Youtubers y hay cientos de grupos en internet que apoyan el
proceso de aprendizaje. Lo que iré haciendo es mostrar los trabajos que hago
para mí, de donde o como obtengo los archivos, cómo o con qué parámetros los
imprimo y cuál es el camino seguido para llegar al producto final.
Ojalá sirva para abrir discusiones, y que podamos juntos
aprender más y más de este increíble tema.
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